Dos noticias que darte; una mala y otra buena
-Papá, tengo dos noticias que darte, una mala y otra buena. ¿Cuál quieres que te dé primero?
- ¡Estoy harto de malas noticias!, dime sólo la buena.
- Ok, el airbag del coche nuevo funciona muy bien.
Si alguien tuviera que darte dos noticias, una mala y otra buena, ¿cuál desearías saber primero?
He conocido personas que preferirían primero la mala, para quedarse con un buen sabor de boca después de escuchar las dos noticias. Hay otras personas que preferirían primero la buena para recibir la mala con un índice alto de optimismo y lograr así que el impacto negativo sea menor.
Cuando el apóstol Pablo escribió a los cristianos que se encontraban en Roma, básicamente les estaba dando dos noticias; una mala y otra buena. Él prefirió empezar por la mala, que tenía que ver con decirles que todos nosotros hemos recibido una herencia trágica de Adán, el primer hombre. Cada uno de nosotros “traemos de fábrica” una naturaleza corrompida, siniestra, despiadada, inclinada hacia el error. Una tendencia a vivir de espaldas a Dios, a vivir como nos da la gana. Una predisposición a hacer daño a otros seres humanos. Todos y cada uno de nosotros tenemos corriendo por nuestras “venas espirituales” un virus maligno, el pecado. Este virus produce la muerte. No solo la muerte física, sino también la espiritual y por lo tanto la eterna.
No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda.
No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Romanos 3:10-12
Pero Pablo dejó la buena noticia para el final. La mayoría de lo compartido en los primeros tres capítulos había dejado a sus lectores tristes, abatidos y en tinieblas. Pero ahora comienza a traer luz. La fe en Jesucristo, dice, es el antídoto para el virus del pecado y para su terrible consecuencia, la muerte.
La característica fundamental de la fe en Jesús es que da vida a lo que está muerto.
No existe para la humanidad noticia tan buena como esta. Pablo dice que todos necesitamos esta gran noticia, que todos debemos tomar en cuenta esta gran noticia. Todos podemos recibirla por la fe en Jesús y experimentar inmediatamente sus beneficiosos efectos. No hay ni trampa ni cartón.
Pero hay una última reflexión que nos deja esta buena noticia. Una vez que la recibes, ¿qué deberías hacer?
¿Qué debería hacer una persona que descubre la cura para una enfermedad letal como el SIDA? Si sabe algo tan poderoso que podría cambiar la vida de millones de personas, ¿no estaría en la obligación de hacer algo con esa información? Si descubrieras la cura para el cáncer, ¿la guardarías en secreto? ¿Sentirías la obligación de compartirla? Yo creo que la compartirías.
Del mismo modo si tienes a Cristo en tu vida, si por sus llagas has sido curado de los efectos del pecado y de sus consecuencias, entonces tienes la obligación de compartirlo. Tienes la responsabilidad de anunciar el evangelio, que no es otra cosa que buenas noticias de Dios para la humanidad. Es demasiado bueno e importante como para guardarlo en secreto.
A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor.
Romanos 1:14
Pedro David Alves
(Profesor SBF ESPAÑA)