Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. - Mt. 5:14-16 La iglesia del Señor está atravesando tiempos convulsos, en medio de una sociedad donde Dios es "el gran ignorado". También la Iglesia vive tiempos determinantes, para llegar a ser luz del mundo y sal de la tierra.
El cristiano tiene la responsabilidad de representar correctamente a Cristo. La forma más efectiva de hacerlo en este tiempo es conocer bien al Dios que representamos; algunos asumen esta responsabilidad pero carecen del conocimiento para hacerlo eficazmente.
La garantía de representar bien a Dios es conocerle correctamente. La fuente de conocimiento de Dios es su santa palabra, la Biblia: "la gran ignorada" por muchos creyentes.
Como creyente que opté por prepararme para servir y representar a Dios, lamento que en nuestro contexto cristiano la preparación y el estudio de la Biblia no sea una prioridad, una obligación, una responsabilidad, sino una opción, algo secundario y, en ocasiones, ni siquiera eso.
Como profesor de este seminario, agradezco a Dios por hombres y mujeres que se han propuesto marcar la diferencia en este tiempo y que han optado por prepararse y conocer más profundamente al Dios que representan.
Hombres y mujeres que han decidido invertir su tiempo, dinero y vida para conocer a Dios, a fin de que otros conozcan bien al Dios que representan.
Asumir la responsabilidad de ser luz del mundo y sal de la tierra está bien, pero será insuficiente si no alumbramos correctamente; tampoco será suficiente si no desprendemos un buen sabor.
La calidad de la luz y del sabor, la adquirimos conociendo y viviendo su palabra.
- Juan José Huertas
(Profesor, SBF - ESP)