Hace un tiempo atrás, a modo de ilustrarme una situación que se da en la Iglesia, me contaron una anécdota/chiste:
"La oración es como la dieta. Sabemos que es importante, que es necesaria, que es útil y que comienza el lunes".
Ahora, sabemos que son esos lunes que nunca llegan…
La sociedad que estamos construyendo, nos pone todas las cosas al alcance con tan sólo un “golpe de clic”. Todo lo que buscas está en la nube. Toda respuesta, en “Sant Google”. Si no aparece en internet, simplemente no existe.
El apóstol Pablo, tenía un lema que quisiera pudiéramos apropiarnos.
Por esta causa, doblo mis rodillas (Efesios 3:14-21). Qué bonito lema, el lenguaje de las rodillas:
1. El lenguaje de las rodillas: Trae la identidad (v. 15).
Cuando se doblan, las rodillas hablan de sumisión y entrega. Pero no sólo eso, sino que allí, hablando con las rodillas, encontramos quién es Dios y quiénes nosotros.
2. El lenguaje de las rodillas: Trae el poder (v. 16).
Hay algo que va mas allá en el lenguaje de las rodillas. Dios empieza a limpiar y a llenar sus vasos.
3. El lenguaje de las rodillas: Trae la presencia (v. 17)
Hablando de rodillas, su Palabra, su Persona comienzan a ocupar un lugar central en nuestras vidas.
4. El lenguaje de las rodillas: Trae la comprensión y el conocimiento (18-19)
Allí, en ese lugar, con este lenguaje, nuestra mente y corazón son ensanchados para comprender y conocer el profundo amor de Dios.
5. El lenguaje de las rodillas: Trae la gratitud (20-21)
La obra que Dios hace en nosotros, con sólo doblar las rodillas, arranca de nuestro corazón la gratitud, al hacernos comprender los pequeños detalles de la vida.
Algunos piensan que Dios está en los seminarios, títulos, ministerios…, que ellos no son aptos, que esto es sólo para los “siervos”. Pero quiero que sepas que Dios está a un solo “golpe de clic”, al alcance de tus rodillas, para no descargar las respuestas de Google, sino del trono de la gracia.
“La oración se apodera de lo eterno. Es profundamente simple y simplemente profunda. Es para el creyente lo mismo que el capital para el hombre de negocios".
- Leonard Ravenhill
¿Será la oración la cenicienta de la iglesia?
Daniel San Martín
(Profesor, SBF ESP)